Artículo #82

El paisaje del secano costero: una mirada estratégica
El auge agrÃcola y más propiamente, cerealero del secano de la costa en el S. XIX y primera mitad del S.XX, se debió principalmente a razones de tipo territorial: no existÃan buenos accesos desde el centro hacia los puertos en la costa, y segundo, a razones económico-comerciales, siendo las más importantes, la apertura del mercado cerealero inglés y el aumento consiguiente de los precios, la reducción de los costos relativos del transporte marÃtimo y los buenos rendimientos relativos del cereal, que junto con el bajo valor de la mano de obra, determinaba un bajo costo de producción relativo. Además, Chile tenÃa la ventaja, en esa época, de ser uno de los pocos productores de cereales del hemisferio sur, junto a Argentina y Australia. Todo esto, dirÃamos hoy dÃa, determinó que el paÃs fuese crecientemente competitivo en la producción de cereales, particularmente trigo.
Texto destacado
Chile tenÃa la ventaja, en esa época, de ser uno de los pocos productores de cereales del hemisferio sur, junto a Argentina y Australia.

Con respecto a esto último, para tener una idea de la magnitud de la expansión, si bien no hay estadÃsticas confiables para la época, respecto de la masa ganadera afectada por la expansión cerealera, para 1863 existen registros en torno a un millón de cabezas aproximadamente, este valor para 1870 se habÃa reducido a 270 mil. Esta situación se mantuvo hasta prácticamente fines del S. XIX, fecha que marca en cierto modo el equilibrio en el mercado de cereales (trigo) y se inicia la fase del auge ganadero, el cual favorece principalmente a paÃses como Argentina y su extraordinaria “pampa húmedaâ€, en el que Chile prácticamente no participa. De hecho, es un importador neto de carne desde Argentina. No obstante, el secano de la costa central, para esa fecha ya habÃa removido parte significativa de la cubierta vegetal original, básicamente arbustiva, y siguió produciendo cereales, con una caÃda sistemática de los rendimientos, que sólo han sido en parte compensados por la adición de fertilizantes en forma artificial.

Esta forma de uso de los recursos naturales -a la cual subyace una forma de ocupación social y económica de este espacio agrÃcola- continuó por mucho tiempo más, aunque con diferentes grados de intensidad. Del perÃodo moderno, caracterizado por la introducción del modelo del tipo “revolución verdeâ€, que sin dudas trajo buenos resultados productivos en la zona central de riego, también se aplicó en las áreas de secano, obviamente sin mayor éxito ya que no cumplÃa los requisitos mÃnimos del paquete tecnológico en boga, cual es, disponer de agua de riego de manera regular.
Este tipo de enfoque ha llevado a implementar un sistema de manejo de los recursos naturales, que ha conducido al agotamiento de los mismos, y la base tecnológica de la modernización agrÃcola no ha tenido respuestas productivas adecuadas, convirtiendo este territorio en un área marginal de desarrollo agropecuario. Es decir, el proceso de modernización del paÃs en general y el de la agricultura en particular, no consideran esta zona, como parte de su eje estructural (lo mismo podrÃa decirse de las III y IV regiones, (salvo los valles regados); precordillera andina; las regiones australes XI y XII; Chiloé, entre otras.
En este contexto, el desarrollo agropecuario se trasladó a los valles regados del centro del paÃs, con un auge espectacular de la fruticultura. A la par que el secano, fue perdiendo peso en su importancia sectorial, avanzado hacia un abandono creciente. Hasta que en los años ochenta se inicia el desarrollo forestal de esta zona, basado en el D.L. 701 de fomento forestal, que generó varias dinámicas, unas positivas y otras. no tanto.
Aunque resulte obvio, el “problema agrÃcola†del secano, es que carece de agua. Por lo tanto, hay que proponer un manejo agropecuario, que considere el agua suministrada por la lluvia y el rocÃo, dejando de lado los esfuerzos de suministrar agua artificial, con poco destino, por tratar de convertir el secano en riego.
Para el desarrollo del secano hay que observar cuatro áreas potenciales:
A. Desarrollo forestal, en la zona del secano costero sur hacia las regiones VII y VIII, donde las precipitaciones anuales son mayores.
B. Desarrollo agropecuario en base a cultivos de secano, especialmente mediterráneos, como la vid, almendros y olivos, en la medida que se obtengan productos de alta calidad y diferenciados por su origen (vinos y aceite) entroncados en su historia. La ganaderÃa ovina deberÃa predominar, generando también un buen producto, en base a un manejo del tipo “range land management†para optimizar la producción de pastos.
C. Desarrollo de actividades rurales no agrÃcolas como: pesca, servicios ambientales, recreación, actividades agro culturales y turismo rural, principalmente. Y todos los encadenamientos productivos que este tipo de negocios implica, en cuanto a transporte, guÃas turÃsticos, cabalgatas, alojamiento, alimentación, etc.
D. La restauración ambiental es un tema central, en especial en aquellas zonas donde el mal manejo generó destrucción del bosque nativo, erosión de suelos, deforestación de quebradas; pérdida de aguadas y cobertura vegetal. Si existe el principio de: “el que contamina-pagaâ€, el principio contrafactual, es: “el que conserva-cobraâ€.
Estructurar una polÃtica de manejo de los recursos naturales, poniendo una fracción significativa de los esfuerzos en recuperar el paisaje “naturalâ€, vale decir, conducir una polÃtica, que en su base signifique una “reconstrucción hÃdrica y vegetacional“, que se sostenga y construya sobre la base de la realidad social y cultural de los habitantes del secano de la costa, siendo ellos los principales involucrados y beneficiados de este proceso, además de todo el paÃs, por el esfuerzo de recuperación ambiental que ello significa.
Desarrollar una polÃtica de ocupación, manejo y ordenamiento del espacio que comprende el secano de la costa, que se conciba a partir de su articulación productiva, social y territorial, en el macro del espacio regional y nacional. Apostar con fuerza a la consolidación de ciudades intermedias, su conectividad con los centros urbanos nucleares y al fortalecimiento de las economÃas locales.