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Artículo #77

El renacer de la vitivinicultura en la Pampa del Tamarugal

Por Ingrid Poblete y Marcelo Lanino FEBRERO DEL 2021

La nueva etapa en la vitivinicultura en la Pampa del Tamarugal, tiene su origen en el rescate y puesta en valor de cepas antiguas de vid (Vitis vinifera L.) existentes en la región, que permanecieron abandonadas por más de 80 años, desde que terminó la actividad vitivinícola en el oasis de Pica y Matilla, y que guardan el recuerdo de esta historia de casi 500 años en la región de Tarapacá. Sin embargo, es importante señalar que la Pampa del Tamarugal tiene una historia más reciente, que data del siglo pasado, con la llegada de un inmigrante alemán, Enrique Froehlich, en 1923. Él se asoció con otro ciudadano alemán, Peter Muffeller, y juntos comenzaron a probar distintas especies agrícolas en la pampa, entre ellas la vid, con la cual se produce el vino “Canchones”. De aquella época se dispone de un ejemplar, donado por su hija, la Sra. Eleonor Froehlich. Posteriormente, en el año 1943, él es contratado como administrador de la Estación Experimental Canchones (20° 26´LS, 69° 32´ LO), en ese entonces dependiente de CORFO, y se cree que pudiese haber sido él quien plantó un viñedo, que existe en la actualidad. Y es este viñedo, manejado para producción de uva de mesa en su momento, que asombra al ingeniero agrónomo, Italo Lanino, quién vislumbró el potencial de esta especie, como una actividad frutícola productiva para la zona, en la época actual. Él fue un actor relevante en la agricultura del desierto, un visionario iquiqueño que trabajó por su región, dejando un legado importante.

Texto destacado

Las condiciones de manejo de la vid, en las condiciones agroclimáticas de la pampa, requiere adaptaciones específicas.


Conociendo esta historia, en el año 2003, se colectó material vegetal en la región, el cual se auto-enraizó en la Estación Experimental Canchones, de la Universidad Arturo Prat en la actualidad, y se estableció un jardín de variedades. Aquí comenzaron las evaluaciones agronómicas y su identificación molecular.
Posteriormente, en el año 2006, se inició por parte del académico Marcelo Lanino, del entonces Departamento de Agricultura del Desierto de la Universidad Arturo Prat, la primera vendimia, realizada de manera artesanal. Esta consideró la mezcla de todas las cepas establecidas en este jardín, efectuándose una cosecha tardía, realizada en el mes de mayo. El mosto se obtenía durante la Fiesta de la Vendimia, mediante el denominado “pisa-pisa”, efectuado por los alumnos de la carrera de Agronomía de nuestra universidad. Razón por la cual, se obtenía un mosto algo oxidado.

En estos inicios el proceso del vino, se realizaba en bidones de plástico de 20 litros, aportados por Don Attilio Gattavara, que en la actualidad es uno de nuestros agricultores más avanzados. Se controlaba en forma parcial densidad y temperatura. Se realizaba remontaje, dado que, del pisado de las uvas, junto con la obtención del mosto, lograba pasar algo de orujo y semillas a los bidones. El proceso de transformación a vino, ocurría de manera espontánea, con las levaduras nativas y sin aplicación de ningún tipo de producto. Una vez terminada la fermentación alcohólica, se dejaba decantar y posteriormente se embotellaba.
Como no se disponía de recursos y se estaba en un período de prueba, todos los materiales para el embotellado se conseguían. En esta etapa es importante mencionar al restaurante “El Wagon”, que proveyó de botellas y corchos (reciclados), para este fin. Las botellas se lavaban con agua caliente, para facilitar también, la extracción de las etiquetas; el corcho se colocaba con un martillo de goma, revistiendo una gran habilidad. Las etiquetas se realizaban con la diseñadora gráfica de la Universidad, Lorena Aguilera, quien ha continuado apoyándonos hasta la actualidad. En esta etiqueta inicial, se colocaba “Vino Experimental”, no se destacaba la cepa, dado que no se conocía la mayoría de ellas, en su momento, a excepción de la cepa País y, además, el volumen obtenido era muy bajo (600 L.), para procesar por separado.
El vino producido de esta forma, era muy heterogéneo, tenía una alta graduación alcohólica, siendo aún dulce. Sin embargo, en la actualidad, 14 años después, algunos han evolucionado, teniendo las características de la producción de antaño “Tipo Oporto” o “Tipo Jerez”, como nos dijo en su oportunidad el sommelier, Héctor Riquelme, en su visita al viñedo.

A partir del año 2011, se obtiene financiamiento por parte del Gobierno Regional de Tarapacá, con lo cual se amplía la superficie cultivada; incorporan agricultores y se implementa toda una línea de proceso de vinificación.
Con el aumento de superficie, se establece la Viña Canchones (2012-2013), que corresponde a un gran Jardín de Variedades, dos hectáreas, teniendo las cuatro cepas identificadas, País; Torrontés Riojano; Gros Colman; Ahmeur bou Ahmeur y la cepa originaria Tamarugal. Se utiliza un sistema de conducción en espaldera simple, con una densidad baja de 2.000 plantas por hectárea.
Las condiciones de manejo de la vid, en las condiciones agroclimáticas de la pampa, requiere adaptaciones específicas, entre ellas es fundamental el manejo del riego, no solo como suministro de lo que consume la planta y técnica para un suelo salino, sino también para provocar que bote las hojas y entre en latencia. Estas plantas están sometidas, durante todo el año a temperaturas máximas diarias, sobre los 30°C, y durante el período invernal están expuestas a una amplitud térmica de prácticamente 40 °C.
Es un viñedo sano, no se aplican pesticidas, a excepción de años lluviosos (5 mm). No obstante, uno de los principales problemas lo constituyen los pájaros, por lo cual se debe emplear mallas de protección. Son plantas nobles, que responden a los cuidados y manejos, de una vitivinicultura emplazada en el desierto más árido del mundo, cuyo manejo ha ido evolucionando en el tiempo, al igual que sus vinos. Son plantas, que constituyen un patrimonio genético, para condiciones desérticas, y representan algo nuevo para la industria vitivinícola.
Es así como sus vinos se caracterizan por poseer un “terroir” único, que los ha hecho merecedores de reconocimientos en concursos a nivel nacional, La CAV, e internacional, Catad´ Or Wines Awards. Que reviven, una actividad importante del pasado y que se proyecta hacia el futuro, con un sello identitario para la región de Tarapacá, como aporte de la Universidad Arturo Prat “Vino del Desierto”.

NOTA: Ingrid Poblete y Marcelo Lanino son académicos e investigadores de la Universidad Arturo Prat, miembros del proyecto “Vino del Desierto” de dicha casa de estudios.