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Artículo #65

El Valle del Itata: Una gran historia aún no contada

Por Gonzalo Rojas A. FEBRERO DEL 2021

El desarrollo agrícola en el Valle del Itata se remonta hasta la llegada de los primeros conquistadores españoles. Tras la fundación de la ciudad de “Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo”, por parte de Pedro de Valdivia y su hueste, llegaron prontamente las primeras cepas viníferas a la región comprendida entre los ríos Itata y Bío Bío, junto al trigo, los olivos y los animales de corral. Estas primeras variedades, establecidas en la década de 1570 según los cronistas, tenían como destino el abastecimiento del Ejército Imperial, como asimismo, para el consumo doméstico de los primeros colonos de la marca. Adaptadas rápidamente al benévolo clima mediterráneo de la región, para el último tercio del siglo ya se documenta la existencia de los primeros cultivos en las comarcas circundantes de la floreciente plaza militar de Concepción, la última frontera imperial de España en el siglo XVI, junto al majestuoso Bío Bío. De esta manera, tan sólo veinte años después de La Serena y Santiago, comenzó el cultivo de vides en Itata.

Texto destacado

“Por la riqueza y el sabor de sus uvas, es un vino que se estima muy superior a cualquiera de los que se produce en Perú. La mayor parte de los vinos son tintos, pero se hace también Moscatel".


El historiador José del Pozo ha señalado a los jóvenes hermanos marinos, Antonio y Juan De Ulloa, en el siglo XVII, como algunos de los visitantes que consideraron los vinos de la región como los mejores del país: “Por la riqueza y el sabor de sus uvas, es un vino que se estima muy superior a cualquiera de los que se produce en Perú. La mayor parte de los vinos son tintos, pero se hace también Moscatel, cuyo sabor sobrepasa a cualquiera de su tipo hecho en España”.

Importante herencia fue la que dejó la orden misionera de la Compañía de Jesús, que se estableció en Chile en 1593 con el principal objetivo de evangelizar a los pueblos indígenas y extender su poder económico y comercial en América.
Rápidamente, en el transcurso del siglo XVII, fueron adquiriendo diversas posesiones, por donación y/o compra, lo que los llevó a desarrollar importantes industrias en el país, entre ellas, la vitivinicultura.

En 1612 se establecieron en Concepción y adquieren la hacienda La Magdalena, que fue la base de su aterrizaje en la región, pero no la única. Importantes haciendas históricas de Bío Bío e Itata, tales como La Palma y Cucha Chucha, tuvieron una influencia clave en su desarrollo, por parte de los jesuitas.
Posteriormente, al menos quince propiedades importantes estuvieron en manos de la Compañía de Jesús, la mayoría de ellas, produciendo vino. Incorporaron adelantos técnicos, tales como amplias bodegas, con ventilación natural y refrigeración hidráulica, lagares de madera y cal, obteniendo algunos de los mejores rendimientos vitícolas del país. Debido a su expulsión en 1767, por parte de la Corona Castellana, las haciendas fueron confiscadas por la Gobernación de la Capitanía General de Chile y rematadas a privados, varias de ellas, cambiando de rubro.

Casi un siglo más tarde, durante la segunda mitad del XIX y tras la Independencia de la República de Chile, la presencia de tonelerías en la región se transformó en una industria complementaria a la producción de vino, de gran importancia económica.

Auge y caída de una industria exportadora

En las principales ciudades de la región, existían tonelerías que utilizaban madera nacional para su elaboración, tales como raulí, pellín o alerce. En 1895 había 7 tonelerías en la provincia, de diversos tamaños. Fue una época de gran auge para los vinos itatinos, los que se exportaban al Perú y California, además de los centros mineros del Norte de Chile. Sin embargo, a principios del siglo XX, fenómenos adversos asociados al alcoholismo y a la denominada “Cuestión Social”, impulsarían crecientes restricciones comerciales e intercambio de vino con los indígenas.

Habiéndose alcanzado el número de 89 litros de consumo per cápita en 1903, a partir del nuevo siglo se redujo el número de cantinas, se castigaba a los ebrios y se triplicó el impuesto a los alcoholes.

Progreso económico y social

En 1932 se limitó la superficie de viñedos en el país, lo que trajo consigo un aumento de los rendimientos, adulteración y bajos precios, declinando con ello la calidad del vino.
En el transcurso del siglo XX, la incorporación de otros cultivos y la plantación forestal, contribuyeron significativamente al empobrecimiento, como también a la degradación de los suelos, la sobre explotación del bosque nativo y de las fuentes acuíferas.
Tras la implementación de Reforma Agraria en la década de 1960, la zona experimentó una gran transformación espacial de la propiedad, eliminándose, casi por completo, los últimos vestigios aún subyacentes del pasado colonial. A partir de 1974 y tras la llegada de los militares al poder, el Gobierno de la Junta Militar promulgó el decreto Ley n° 761, que permitió la plantación de nuevos viñedos, lo que aceleró el proceso de modernización de la producción nacional de vinos. Un fenómeno que ha tenido notorios resultados en el Valle Central de Chile, pero menos significativos en el Valle del Itata, particularmente.
Recién hacia los primeros años del siglo XXI, comenzarían los primeros experimentos vitivinícolas transformadores en Itata. Tras la creación de Viña Zaranda en el año 2011 (Guarilihue) y su experiencia pionera en la incorporación de tecnología en la zona, varias son las bodegas pequeñas y familiares que han comenzado el proceso de modernización de la producción, la mayor parte de ellas, apoyadas por los programas de INDAP, FIA, CORFO y PROCHILE. Hoy en día, sin embargo, Itata aún muestra evidentes signos de rezago en materia de desarrollo agrícola y vitivinícola. Situado en la nueva Región del Ñuble – la más pobre del país en materia económica- urge un plan integral para el progreso económico y social de esta nueva región.
Itata es un valle con una gran historia y un enorme potencial para el cultivo de vides, la producción de vinos finos y la recuperación del patrimonio vitivinícola de Chile.

(Imágenes de Viña Zaranda)