Artículo #228

Día del Enólogo: Homenaje a Don Ruy Barbosa, arquitecto de la enología chilena
Cada 10 de agosto, la vitivinicultura chilena detiene por un momento su ritmo para rendir homenaje a quienes, con ciencia, arte y pasión, transforman la uva en vino: los enólogos. Esta fecha, conmemorada desde el año 2022 por la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos Enólogos de Chile, en recuerdo de la titulación del Dr. Ruy Barbosa Popolizio como Ingeniero Agrónomo en 1943, honra al hombre que llevó la enología chilena a un plano profesional y científico sin precedentes. Fundador de la ANIAE, creador de la Cofradía del Mérito Vitivinícola de Chile, Ministro de Agricultura y Rector de la Universidad de Chile, Barbosa no solo dejó un legado técnico y académico, sino también un sistema institucional que sigue siendo el pilar sobre el cual se asienta el reconocimiento de la enología como profesión en el país.
Texto destacado
Ruy Barbosa Popolizio, primer enólogo titulado de Chile, fue el arquitecto de la institucionalidad vitivinícola nacional. Su legado transformó la enología en una profesión científica y cultural, cimentada en leyes, formación académica y orgullo por el terroir.

Formado como Ingeniero Agrónomo en la Universidad de Chile, Ruy Barbosa Popolizio no tardó en comprender que el futuro de la vitivinicultura nacional dependía de incorporar conocimiento técnico de nivel mundial. En 1950, tras obtener la única beca disponible para toda América, viajó a Italia para cursar el Doctorado en Viticultura y Enología en la prestigiosa Universidad de Turín. Con ello, se convirtió en el primer enólogo chileno titulado formalmente, hito que marcó el inicio de la enología como disciplina académica en el país.
Su logro adquiere mayor relevancia si se considera que, en ese mismo momento histórico, Francia —país referente en la materia— aún no contaba con un Diploma Nacional de Enología. Es decir, Chile tuvo un enólogo titulado antes de que existiera una certificación equivalente en el corazón de la vitivinicultura europea.
Durante su estadía en Europa, Barbosa no solo adquirió conocimientos técnicos de vanguardia, sino que se insertó en una red internacional de investigación y práctica enológica. Estableció vínculos con figuras de renombre como Émile Peynaud, considerado uno de los padres de la enología moderna, y compartió sus propias investigaciones, como el trabajo pionero sobre el uso de resinas de intercambio catiónico en vinos.
Esa experiencia, nutrida de ciencia, cultura y contactos internacionales, le otorgó una perspectiva amplia y estratégica. De regreso en Chile, su mirada estaba puesta en integrar al vino chileno en los más altos estándares de calidad global, articulando la tradición local con las innovaciones técnicas y científicas aprendidas en Europa.
Fundador de instituciones y marcos normativos
La huella de Ruy Barbosa Popolizio en la vitivinicultura chilena no se limita a la docencia o a la práctica enológica: se extiende al diseño mismo de la arquitectura legal e institucional que sostiene a la profesión hasta hoy. Fue el principal impulsor de la ley que otorgó exclusividad a los Ingenieros Agrónomos en la elaboración de vinos, medida que aseguró un control técnico y sanitario más riguroso, alineando la producción nacional con estándares internacionales.
En 1954 dio un paso decisivo al fundar la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos Enólogos de Chile (ANIAE), primer órgano gremial del país dedicado a la enología, concebido para defender la profesión, promover la capacitación y estrechar la relación entre ciencia y práctica en la vitivinicultura. Años más tarde, creó la Cofradía del Mérito Vitivinícola de Chile, un espacio único para reconocer la trayectoria de quienes han contribuido de manera sobresaliente al desarrollo y prestigio del vino nacional, así como para resguardar su patrimonio cultural.
Su liderazgo traspasó las fronteras del sector vitivinícola. Entre 1963 y 1964 fue Ministro de Agricultura y Ministro de Tierras y Colonización, cargos desde los que impulsó políticas de modernización agrícola. Como Rector de la Universidad de Chile (1968–1969) y Decano de la Facultad de Agronomía, fortaleció la formación profesional y la investigación, dotando al país de capital humano de excelencia. Fue también fundador del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y organizador del histórico Congreso Mundial de la Vid y el Vino de 1956 en Santiago, que proyectó a Chile en la escena enológica internacional.
Barbosa entendió que el vino es más que un producto agrícola: es un activo cultural y económico que requiere instituciones sólidas, marcos regulatorios claros y una comunidad profesional cohesionada para prosperar y alcanzar reconocimiento mundial. Ruy Barbosa fue honrado por gobiernos, universidades y entidades vitivinícolas de Francia, Italia, España y Chile, pero su verdadero legado no se mide en medallas o diplomas, sino en la profesionalización de la enología nacional. Su trabajo transformó un oficio tradicional, muchas veces transmitido de manera empírica, en una profesión sólida, respaldada por la ciencia, la técnica y una profunda sensibilidad hacia el terroir. Gracias a su impulso, el enólogo en Chile dejó de ser solo un artesano del vino para convertirse en un custodio del patrimonio vitivinícola, capaz de armonizar tradición e innovación, cultura y mercado.
En este Día del Enólogo, en Vinífera Editorial rendimos un homenaje a un hombre cuya visión, tenacidad y capacidad de construir instituciones marcaron el rumbo de la vitivinicultura chilena contemporánea. Su vida demuestra que el vino es mucho más que una bebida: es una construcción cultural, un bien patrimonial que se cultiva con rigor, se protege con leyes y se proyecta al mundo desde instituciones sólidas y comunidades profesionales unidas.