Artículo #198

¿La Nueva Filoxera?
La filoxera, una plaga que causó estragos inimaginables en los viñedos europeos del siglo XIX, permanece grabada en los anales de la vitivinicultura como un recordatorio sombrÃo de la fragilidad de este arte milenario. Su llegada accidental desde América del Norte desató una devastación sin precedentes, dejando a su paso paisajes arrasados y comunidades enteras sumidas en la desesperación y la pobreza. Este diminuto insecto introducido accidentalmente en Europa, desde Estados Unidos, consumió enormes extensiones de viñedos, primero en Europa, luego en el mundo (casi) entero, obligando a los viticultores a replantear sus prácticas y buscar soluciones innovadoras para salvar la industria.
Texto destacado
La industria vitivinÃcola enfrenta un desafÃo, sin precedentes en la modernidad, ante el descenso continuo en el consumo global de vino. Si esta tendencia persiste, las repercusiones podrÃan ser catastróficas y abarcar diferentes aspectos de la industria. Lo que podrÃa llegar a representar un gran daño para los paÃses tradicionalmente productores de vino.

Ahora, en el siglo XXI, nos encontramos ante una situación igualmente apremiante, aunque de naturaleza distinta: el cambio generacional. La Generación Z y los Millennials, con sus valores, preferencias y hábitos de consumo únicos, están redefiniendo el paisaje del mercado del vino de una manera sin precedentes.
Este cambio generacional no es solo una cuestión de gustos personales; es un cambio cultural profundo que refleja una evolución en las actitudes hacia el consumo, la salud y el bienestar. La búsqueda constante de una vida más equilibrada y saludable está llevando a estas generaciones a cuestionar las tradiciones arraigadas, incluido el consumo de alcohol. El vino, una vez considerado un pilar de la cultura y la celebración, ahora se enfrenta a una creciente apatÃa entre los jóvenes que prefieren opciones más saludables y libres de alcohol.

Este cambio de paradigma plantea interrogantes apremiantes para la industria del vino. ¿Cómo puede adaptarse una industria arraigada en la tradición a las demandas de una generación que valora la autenticidad, la sostenibilidad y la transparencia? ¿Cómo pueden los productores de vino comunicar el valor único y la historia detrás de cada botella para captar la atención de una audiencia que busca experiencias significativas y auténticas?
Si bien la filoxera puede haber sido una amenaza fÃsica para los viñedos europeos en el siglo XIX, el cambio generacional representa una amenaza más sutil pero igualmente significativa para la industria vinÃcola en el siglo XXI. Requerirá una combinación de creatividad, adaptabilidad y compromiso con la calidad y la autenticidad para asegurar que el vino siga siendo una parte vibrante y relevante de nuestra cultura global en los años venideros.
La llamada Generación Z, nacida entre 1996 y 2010, junto con sus predecesores Millennials, está redefiniendo los patrones de consumo y comportamiento. Estos jóvenes, caracterizados por su búsqueda constante de bienestar y propósitos individuales, están abandonando gradualmente el consumo de vino y, en general, de alcohol.
El desafÃo de la industria vitivinÃcola ante el cambio generacional
El desafÃo que enfrenta la industria vitivinÃcola ante el cambio generacional es innegable y multifacético. Este cambio en las preferencias de consumo está impulsado por una serie de factores profundos y complejos. En primer lugar, la Generación Z y los Millennials están redefiniendo el concepto de bienestar, priorizando la salud fÃsica y adoptando estilos de vida más activos y una alimentación más saludable. En este contexto, el vino, a veces asociado con excesos y crecientemente identificado con potenciales efectos negativos para la salud, enfrenta un desafÃo en su ajuste a esta nueva narrativa enfocada en la salud y el bienestar.
Además, estas nuevas generaciones desafÃan abiertamente las convenciones sociales y culturales establecidas. Son menos receptivos a los mensajes tradicionales de marketing y publicidad, y esperan que las marcas reflejen sus valores y preocupaciones individuales, por más distintivos que estos puedan ser. Para ellos, el consumo de alcohol puede ser visto como una actividad anticuada o incluso contraproducente en la búsqueda de un propósito significativo y auténtico en sus vidas.
Las implicaciones de esta tendencia para la industria global del vino son profundas y deben ser abordadas con seriedad. Si bien es cierto que las nuevas generaciones representan una oportunidad para la innovación y la reinvención de la oferta vitivinÃcola, también plantean desafÃos significativos. El declive en el consumo de vino entre los jóvenes podrÃa tener consecuencias de largo alcance, afectando a productores, distribuidores y a toda la cadena de valor asociada.
Es esencial que la industria del vino reconozca la importancia de adaptarse a estos cambios en el mercado y buscar estrategias creativas para conectar con las nuevas generaciones. La capacidad de comprender y responder a las necesidades y valores cambiantes de los consumidores jóvenes determinará en gran medida el futuro de la propia industria.



Impacto del descenso en el consumo global de vino en la industria vitivinÃcola
Con todo lo anteriormente expuesto, es imperativo que la industria del vino reconozca y aborde estos cambios de manera proactiva. Esto podrÃa implicar estrategias de marketing más orientadas hacia las nuevas generaciones, destacando los aspectos positivos del vino en términos de sabor, experiencia y valores sostenibles. Además, la diversificación de la oferta para adaptarse a los gustos cambiantes del mercado y la promoción de un consumo responsable podrÃan ser medidas clave para mantener la relevancia del vino.
El desafÃo que enfrenta la industria del vino frente al cambio generacional es comparable en magnitud al de la filoxera en su momento. Requiere visión, adaptabilidad y colaboración entre todos los actores involucrados para garantizar la supervivencia y prosperidad de esta apreciada tradición cultural en los tiempos venideros.
De esta manera, la industria vitivinÃcola enfrenta un desafÃo, sin precedentes en la modernidad, ante el descenso continuo en el consumo global de vino. Si esta tendencia persiste, las repercusiones podrÃan ser catastróficas y abarcar diferentes aspectos de la industria.
En primer lugar, el impacto económico de una reducción en la demanda de vino podrÃa ser considerable. Los productores, distribuidores y comerciantes vinculados a esta industria podrÃan experimentar una disminución en sus ingresos, lo que podrÃa llevar a cierres de negocios y pérdida de empleos, especialmente en regiones donde la producción de vino es una fuente vital de actividad económica.
Además, la disminución en el consumo global podrÃa requerir ajustes en la producción de vino. Los productores del mundo entero podrÃan enfrentarse a decisiones difÃciles sobre la cantidad y el tipo de vino que producen, lo que podrÃa influir en la gestión de los viñedos y en la distribución de la tierra dedicada al cultivo de uvas.
El mercado del vino también podrÃa experimentar cambios significativos. La disminución en la demanda podrÃa impulsar la innovación y la diversificación en la oferta de vinos, con la aparición de nuevas tendencias y preferencias de consumo, tales como vinos con menor grado alcohólico, más ligeros o bien, más accesibles a diversos públicos. Esto podrÃa afectar la competitividad de las regiones vitivinÃcolas tradicionales y abrir oportunidades para nuevas regiones y variedades de vino.
Ante este panorama, es probable que la industria del vino intensifique sus esfuerzos para promover un consumo más responsable. Esto podrÃa incluir campañas de concientización sobre los beneficios del consumo moderado de vino entre los más jóvenes, asà como medidas para prevenir el abuso de alcohol y sus consecuencias nefastas para la salud de la población.
La conexión entre la antigua y esta “nueva filoxera†es un fascinante vÃnculo entre el pasado y el presente de la vitivinicultura. La antigua filoxera, ese diminuto insecto originario de América del Norte que devastó los viñedos en el siglo XIX, sigue siendo una sombra palpable en la memoria colectiva de los viticultores. Sus efectos desastrosos y la respuesta innovadora de injertar las vides europeas sobre raÃces americanas marcaron un hito en la historia del vino, uniendo a la industria en una lucha por la supervivencia y la regeneración de sus viñedos.
Ahora, en el siglo XXI, surge la nueva plaga: un fenómeno más abstracto pero igualmente desafiante. Esta “nueva filoxera†no se manifiesta en forma de insecto, sino en los cambios generacionales y las tendencias de consumo que desafÃan las estructuras tradicionales de la industria del vino. La Generación Z y los Millennials, con su enfoque en el bienestar, los proyectos individuales y la frenética sostenibilidad, están redefiniendo la manera en que se percibe y se consume el vino.
La antigua filoxera representó una amenaza fÃsica para los viñedos, mientras que la nueva filoxera plantea desafÃos más sutiles pero igualmente significativos para la industria del vino. A pesar de las diferencias en su manifestación, tanto la antigua como la nueva filoxera comparten una caracterÃstica fundamental: la capacidad de desafiar y transformar la industria del vino. Si bien la antigua filoxera impulsó la innovación en técnicas de cultivo y producción, la nueva filoxera está llamando a la industria a repensar su enfoque en respuesta a las cambiantes preferencias y valores de los consumidores.
La industria vitivinÃcola se encuentra en una encrucijada, donde la adaptabilidad, diversificación e innovación serán cruciales para mantener la prosperidad en un mundo en constante cambio.
(*) Sobre el autor:
Gonzalo Rojas Aguilera es Director Ejecutivo de VINIFERA y consultor especializado en gobierno corporativo, dirección de empresas, historia económica e industrial, con experiencia destacada en agroindustria, planificación territorial, desarrollo económico rural. Su enfoque multidisciplinario le ha permitido trabajar en la intersección entre la economÃa global, la sostenibilidad y la preservación del patrimonio vitivinÃcola.
Candidato a doctor en Estudios Internacionales por la Universidad de Santiago de Chile, licenciado en Historia con especialización en Historia Económica por la Universidad de Chile, y cuenta con un Diplomado en EconomÃa y Desarrollo Humano. Ha cursado estudios de MagÃster en Estrategia Internacional y PolÃtica Comercial en la Universidad de Chile y posee certificaciones internacionales del MIT (EE. UU.) y la Universidad de Wageningen (PaÃses Bajos).
En el ámbito del patrimonio vitivinÃcola, fundó la Comisión Nacional de Patrimonio VitivinÃcola en el año 2012, y ha sido profesor visitante en el programa de la UNESCO sobre Paisaje Cultural del Vino, en la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) y desde 2024 es miembro honorario de la CofradÃa del Mérito VitivinÃcola de Chile.
En su trayectoria académica y empresarial, ha sido director de diversas editoriales, investigador en la Universidad de Chile y de Santiago de Chile, y profesor visitante en diversas universidades de Chile (Universidad Arturo Prat, Universidad Andrés Bello y Universidad de O´Higgins), Estados Unidos (Universidad de Washington y UC Berkeley), Argentina (Universidad de Buenos Aires y Flacso Argentina) y Japón (Universidad de Chiba).
ORCID code: 0000-0001-8983-2003.